LA SEMILLITA DORMIDA
Había una vez una semillita que estaba bien dormidita dentro de su casita, su casita estaba bajo la tierra.
Un día llegó el sol y con sus bracitos tibios comenzó a hacerla cosquillas en la barriguita.
-Despiértate dormilona- le decía, pero la semillita remolona no quería abrir su casita.
El señor sol comenzó a calentarla más y más y de pronto la semillita estiró poquito a poco una patita, esa patita se llama raíz. Luego vino la señora lluvia y le mojo la carita con sus suaves gotitas.
-¡Arriba, arriba hay que levantarse! –
-Uuuuhaaaaahhh,uuu- bostezaba la semillita. Y poquito a poco fue estirando sus bracitos y rompiendo un poquito su casita fresquita.
El señor sol y la señora lluvia la alentaban para que pronto saliera de debajo de la tierra y estiraba sus bracitos aún más. Una tortuga que pasaba por allí se sentó a esperar que la semillita apareciera. Total, ella no tenía mucha prisa… También vinieron algunas mariposas.
De pronto, unos pequeñísimos brotecitos comenzaron a asomarse en la húmeda tierra.
-¡Bienvenido!- le dijeron todos.
-Ahora sí me puedo estirar bien-, dijo la semillita, y se estiró y se estiró como nosotros después de levantarnos de una linda siesta. A la semillita comenzaron a salirle unas verdes hojitas y por último, para recibir a la señora primavera que estaba por llegar, se vistió de hermosas flores de muchos colores.
La tortuga y las mariposas aplaudían muy contentas, y el señor sol y la señora lluvia sonreían muy satisfechos por haber ayudado a la semillita a crecer feliz.
FLORENCIA NAVARINI.
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